Academia Acai Sabadell


LÁN HUÁ. LA ORQUÍDEA CHINA. LA SENCILLEZ.

 Introducción al trazo delicado y vigoroso de la belleza de una flor.

Durante siglos, el aroma y la discreta elegancia de la orquídea china han sido considerados como un ideal capaz de estimular el desarrollo de la nobleza y la humildad de corazón en el ser humano. Estas plantas y sus delicadas flores son una referencia constante de veneración en los legendarios textos de literatura, en la poesía y en las artes más representativas de la cultura china. La simbología y los valores que se le otorgan se encuentran vinculados con las virtudes morales del confucionismo y los principios filosóficos del taoísmo.

A diferencia de las orquídeas cultivadas en viveros y macetas, las orquídeas silvestres de China crecen en zonas apartadas e inaccesibles de bosques y montañas. Escondidas entre las rocas, parecen buscar refugio para ocultarse discretamente en el paisaje. De manera reservada y silenciosa, la orquídea pone de manifiesto la grandeza de las cosas más pequeñas, que pueden fácilmente perderse de vista si sé apura el paso durante el camino.

La orquídea silvestre se caracteriza por su resistencia y autosuficiencia. Busca resguardo junto a los árboles o al abrigo de las piedras, vagamente ligada al apoyo y a la protección que estos le brindan. Es el ejemplo del carácter tenaz, capaz de crecer de manera independiente en lugares recónditos.

Al margen de todas las dificultades del entorno, sin excesos, logra con moderación encontrar su lugar en la naturaleza, para conservar el brilló, la gracia y el perfume, atributos que le han llevado a ser símbolo de exquisito refinamiento y ente-reza, honrada de forma muy especial por la cultura oriental.

Sus elegantes hojas, que se alzan con una presencia sosegada, muestran que delicadeza y fortaleza son virtudes afines. Discretas pero evidentes, parecen danzar al ritmo de un viento casi imperceptible. Con la luz de la primavera, se abren sus pequeñas flores. Ellas no esperan ser descubiertas ni admiradas para desplegar sutilmente su fragancia; representan a la vez modestia y humildad, valores que enaltecen la nobleza del espíritu.

Según cuentan las antiguas leyendas, la admiración de Confucio, maestro Kong, Por la orquídea china surgió al sorprenderse con algunas orquídeas que crecían de forma natural y casi inadvertida en medio del bosque.

En el ámbito espiritual, la orquídea silvestre representa la esencia íntegra y cíclica del ser, junto a la capacidad de crear y permanecer. En ella se desvela el júbilo que emana sin mayores pretensiones, simplemente ser y dejar ser. Un verdadero regalo y goce para el espíritu en medio de un mundo saturado por la inmediatez y la confusión. Una práctica de aproximación a la serenidad acompañada por el espíritu diáfano, noble y humilde de una de las flores más preciadas de Oriente.


 

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