Academia Acai Sabadell


ESPIRITUALIDAD. EL SILENCIO INTERIOR.

Introducción al Taller de expresión personal II

En ACAI pensamos que la desconexión y el ruido interior provocan ansiedad. Por lo debemos alimentar la calma y el auto conocimiento.

En el descanso de la mente, cuando se despeja el bullicio que nos acontece y el silencio ocupa el lugar de las palabras, los deseos y los pensamientos se diluyen para abrir las puertas a esas regiones profundas de nuestro ser interior, donde habita la esencia inmaterial de la existencia y toma presencia la cualidad espiritual la pincelada o la mancha se expande.

Independientemente de cultos o creencias religiosas, la espiritualidad es una condición de trascendencia inherente al ser que nos lleva al encuentro del sentido de la vida y nos expande más allá de nuestra individualidad, para establecer en la breve intensidad de la experiencia una conexión íntima de plena consciencia con lo que nos rodea y nos define en el espíritu, núcleo incorpóreo que da origen a la espiritualidad.

Gil Quiot

 

Según el razonamiento occidental, la condición intangible del espíritu ha llevado a disgregarlo del cuerpo tangible, creando una dicotomía entre el espíritu relacionado con el ámbito místico religioso— y la materia —asignada al estudio de la ciencia—. Mientras que, según la concepción taoísta, el espíritu —con natural al ser humano— impregna la materia, de manera que, mientras la materia es inerte, ambos evolucionan juntos para constituir un todo indivisible cuerpo-espíritu, en el cual se concilian y articulan las facultades mentales, las condiciones físicas, el pensamiento racional, etc., con la intuición, la consciencia interior, la percepción sutil…Una vez que la materia llega a su fin, el espíritu retorna al origen, al reposo primordial, núcleo de las transformaciones.

En la escritura china, el carácter Shen (espíritu) hace referencia a la cualidad expansiva del principio de la vida, capaz de proyectarse hacia el exterior y manifestarse desde su integridad. Para los taoístas representa la esencia que permite al ser humano expresarse según su condición original física, mental, sensitiva y espiritual, vinculada igualmente con la energía heredada, los sistemas orgánicos, la experiencia emocional, los alimentos que lo nutren, el aire que lo sustenta y su interacción con la naturaleza.

El reconocimiento del Shen se encuentra en la vivencia íntima y singular del ser, relacionada con una percepción sensorial que lleva a la posterior reflexión y al conocimiento intuitivo, sin necesidad de que exista una participación directa del intelecto. Si bien las palabras y conceptos pueden ayudar en cualquier intento de explicar la manifestación espiritual, resulta complejo recurrir a un análisis puramente racional, ya que la elaboración conceptual podría transformarla en un hecho intelectual distante a la verdadera trascendencia que conlleva.

Las palabras del pintor, calígrafo y poeta Su Dong Po: «Entrar en la dimensión espiritual es percibir plenamente la naturaleza para llegar al destino», nos exponen con claridad que, según la visión taoísta, la correspondencia entre el ser humano y la naturaleza representa la piedra angular para la espiritualidad, en la cual se han de fundamentar sus prácticas. No hay otro camino que ser perseverante evitando lo superficial, tanto en la praxis como en el estudio. Aquel que se inicia ha de desarrollar la capacidad de concentrarse plenamente, mantener la confianza y el esmero necesario para alentar su espíritu a surgir en armonía con la naturaleza a través de la contemplación. Ha de dejar a un lado cualquier premura o deseo por llegar, solo así  alcanzará la comprensión de que la práctica en sí misma es el propósito y el destino.

La expresión a través de las artes se nos muestra como una manifestación de la experiencia espiritual. Alquimia en la que confluyen materia y espíritu, la naturaleza original alienta el mundo interior del artista, quien, lejos de pretender una reproducción de la realidad visual, deja al margen cualquier intención de producción, tradición académica o método aprendido, para entregarse al universo de la percepción sin intervención del juicio intelectual, donde se encontrará en la quietud de esa luz interior que le confiere la capacidad de manifestarse y reconocerse en la profundidad de su propio espíritu.

Gil Quiot

Desde el sosiego de la mente, cuando el espacio interior se hace presente en el ser,  la percepción interna se refleja de manera natural en el movimiento libre del pincel. La textura tangible converge con lo intangible en los trazos y manchas que 1 impregnan el papel. Imposible de explicar con palabras, la experiencia se transmuta silenciosamente para trascender los límites personales, quedando siempre una parte sutil sin manifestarse plenamente, una parte que dejará su impronta en el acontecer espiritual del ser.

En el silencio que, sin oponerse a la palabra, sé mantiene presente, acontece la transformación de una realidad que surge en la intimidad del vínculo establecido entre la naturaleza, el ser humano y el arte. Alejado de los criterios meramente estéticos que decretan la belleza como potencial del arte-objeto, el espíritu subyace latente o manifiesto. En la ausencia de un lenguaje explícito, se evidencia la transmisión de un sentimiento invisible y silencioso, a través del cual se abraza la insondable intensidad de la espiritualidad.

Insoportable levedad del ser


 

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